A TI

A ti,
cuerpo inerte,
ni de aquí
ni de allá.
Ser casi incorpóreo e indudablemente corporal.
A ti te hablo hoy y de ti me despido definitivamente y para siempre.
¡YA!
A ti, eco de una llegada forzada, desgarrada, violentada, agredida y marcada por la peor de las carencias. Fruto del más intenso de los dolores y la más profunda de las tristezas. Carencia de amor.
¿Puede de veras un cuerpo sostener tanto dolor, tanta tristeza?
¿Puede un cuerpo acumular tal desgarro sin transformarse en rabia y maltrato?
¿Puede un cuerpo tan adolorido albergar al Ser?
¿¡…PUEDE…!?
Ya las amenazas fueron calcinadas a fuego lento en una gran hoguera y con las cenizas logré dibujar infinitas palabras de viento.
Los forcejeos fueron enterrados bajo tierra en el hoyo más profundo que alcancé a cavar con mis propias manos, desgarrando dedos y uñas. Justo ahí planté la semilla.
Los insultos fueron silenciados nadando en aguas saladas, dulces y cloradas, ahogándolos uno a uno en cada braceada, constante, resistente, armoniosa e inquebrantable.
Tu cuerpo se lo llevaron los vientos, remolcado bien lejos. Aire.
Y el vacío,
ni frío ni calor,
ni amor ni odio,
ni rechazo ni atracción,
ni asombro ni apatía,
ni temor ni calma,
ni perdón ni maldición.
Puede que compasión. Y si un día en lo profundo de tus entrañas una pequeña chispita destellara y esa fuera la luz necesaria para empezar a sostener suavemente dolor y tristeza, y el Ser que eres pudiera empezar a ser en ti. Si eso sucediera, aún sin ser testimonio de ello todo tendría un sentido y lejos de razonamientos o conceptos estereotipados, de juicios y opiniones ajenas, superficiales y banales y de miles de teorías carentes de práctica, sabríamos que Sí. Sí puede un cuerpo albergar tu Ser. Y eso bastaría.
Para ti,
cuerpo inerte,
ni de aquí
ni de allá.
A ti te hablo hoy y de ti me despido definitivamente y para siempre.
Diciembre 2020
TaT